Descripción
Se utiliza leche de vaca, aunque hay ciertos artesanos que también añaden de cabra u oveja, para proporcionarle un sabor más marcado. Se calienta la leche hasta unos 30 grados, añadiéndole cuajo para producir la coagulación. Una vez que se produce, se corta la masa y se desuera, para después vertirla en moldes y salarla.
Los quesos se dejan secar sobre varas de avellano, lo que motiva que en su corteza aparezcan cuadrículas. Esta corteza blanco-amarillenta es reveladora de que se ha alcanzado el punto de maduración adecuado. Suele producirse después de unos 10 ó 15 días.